Puede que si… que este perdiendo la memoria. O quizás solo es que soy un poco distraído. Lo se, no es normal, ¿pero finalmente quien lo es? Ayer vino Don Manuel, preguntó por ti. Le dije que andabas de compras. Nos fumamos un par de cigarrillos y hablamos de los viejos tiempos. De mi padre. De cómo él y Martina salían en el coche de mi abuelo y corrían en la pista junto a la carretera. Dicen que Martina se pegaba a la puerta del copiloto agarrada del antivuelco y lo miraba como una serpiente alucinada toda la carrera. Que no pestañeaba ni un segundo. Dicen.
Don Manuel extraña los canutos que plantaba mi padre. Dice que eran plantas esplendidas, realmente preciosas. Dice que sabían muy suave y que te transportaban a otro mundo. Quizás Martina se había fumado algunas antes de la carrera. Ella siempre se fuma muchos porros. Si, su rostro adquiere entonces esa expresión angelical. ¿Puedes verla? Los labios levemente abiertos, sus enormes ojos de pestañas extremadamente crespas. Me mira, me mira. No se bien que es lo que me mira, pero es algo en mi. Quizás espera el momento en que muerdo el cigarrillo en las curvas demasiado pronunciadas. Tengo esa mala costumbre.
Martina murió… ¿Lo sabias? De algo entre sus pechos. Yo siempre supe que algo había ahí, algo frio. Pero temo decírselo. Es que es tan dulce, tan buena. Anoche me compró unos guantes. Me gustan las carreras sabes. No estoy seguro de cómo comencé con eso. Ha de ser cuando choque con ese poste.
Don Manuel me dio unas pastillas para el dolor. Pero no me las tome, el es buen tipo, pero no sabe nada del dolor. Nada del dolor… El dolor es como… como… Como las nubes… ¿Las has mirado bien? A veces me las quedo mirando. Surcan el cielo, solitarias, pero a ratos se empiezan a juntar, y no te das ni cuenta cuando ya han tapado el sol. El dolor es como eso, pero algo diferente. Menos almidón y más electricidad. ¿Por qué Martina no esta aquí?, Andresito no puede dormir por las noches.
Sabes… Ayer vino Don Manuel. Suele sonreírme y hablarme de cosas. Aunque ahora no las recuerdo bien. Me han dicho que estoy perdiendo la memoria. Pero lo único que perdí fue esa carrera. La del… 97 quizás… recuerdo sus ojos. Martina lo miraba con esa expresión y yo estaba sentado atrás. Mirando las nubes. Como algodón. Como aspirinas que se tragan sin agua. Y entonces el accidente. ¡Lo mate Martina! Dios… no debí llevarlo a la carrera. Lo mate… yo lo mate… yo lo mate… lo mate…
Pero… no cometeré el mismo error dos veces… te lo prometo… se lo prometo a los dos… mañana ganaré esa carera. Sólo, debo encontrar la forma de salir de aquí.
Hace frío y puede que llueva más tarde, yo siempre te recuerdo con más
intensidad cuando llueve. Tengo incluso la absurda preocupación de pensar
que puedes...
3 comentarios:
me recordó supuestamente varias cosas, algunas de antes de que lo escribieses y otras de después de ello, lo que le da un grado de misticismo =P
si empiezas con carreras sospechare aun mas de ello XD... y empezare a tomar en cuentas tus perdiciones
xaos nos vemos
o al menos escuxarlas XD
Ohhhhh, me gusto es extraño, pero atrapa, quizás por lo mismo. Me gustó eso de que quién es normal? De verdad, yo creo que nadie.
Un abrazo, te cuidas, mis fantasmas te extrañan bastante y por cierto, dicen que tendré una silla.
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