Si dejásemos caer una moneda en la nada, ni siquiera se movería. Probablemente la energía que mantiene sus partículas cohesionadas no encontraría nada que se le opusiera. Se aniquilaría si misma sin encontrar hacia donde fluir. Nada en lo que transformarse. Así son los sueños, las historias, las teorías – buenas o baratas -, las imágenes y las sensaciones contenidas en mi mente. Monedas lanzadas a la nada. Victimas del no movimiento, del no calor, de la no luz. Así se comportan ciertos espíritus. Energías caóticas que no saben a donde dirigirse. Potenciales atrapados por el aislamiento. Silencios verdaderos. Porque en su nivel absolutamente ajeno, jamás podrán tocarte.
Hace frío y puede que llueva más tarde, yo siempre te recuerdo con más
intensidad cuando llueve. Tengo incluso la absurda preocupación de pensar
que puedes...
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