De vez en cuando una nube les cubría con su sombra y les refrescaba un poco. Sabían que estaban cerca de la Escalera por esa sensación que les surcaba la espina desde la nuca y se alojaba justo bajo su ombligo. Llevaban muchísimo tiempo atravesando la Llanura Infinita, el mar de hierbas y flores donde las almas se pierden. El laberinto sin paredes en cuyo centro se eleva la Escalera, misterio inconmensurable que los hombres se ven llamados a alcanzar. Dicen que algunos lo han hecho pero nadie está seguro de ello. Lo único de lo que se tiene certeza es que una vez que ha comenzado el viaje ya nadie regresa.
Desde las montañas que rodean la Llanura se puede divisar la Escalera. Es ahí donde los incautos son atrapados por la ilusoria sensación de que la distancia no es gran cosa. Desde las montañas que rodean la Llanura se puede divisar la Escalera, pero no a los miles de viajeros que se han internado en ella.
Ya no saben cuánto tiempo llevan caminando. ¿Años? ¿Meses? Quizás solo un par de días. El tiempo aquí es irrelevante. Casi todo es irrelevante en la Llanura Infinita.
Desde las montañas que rodean la Llanura se puede divisar la Escalera. Es ahí donde los incautos son atrapados por la ilusoria sensación de que la distancia no es gran cosa. Desde las montañas que rodean la Llanura se puede divisar la Escalera, pero no a los miles de viajeros que se han internado en ella.
Ya no saben cuánto tiempo llevan caminando. ¿Años? ¿Meses? Quizás solo un par de días. El tiempo aquí es irrelevante. Casi todo es irrelevante en la Llanura Infinita.
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Fotografia XPQ
Luego seguire escribiendo sobre la Llanura Infinita.
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