Tempus fugit

Sus pasos acortaban veloces -insuficientemente veloces- la distancia infinita. Constantemente miraba su reloj Casio, un viejo regalo de sus padres. Las personas necesitan relojes que les permitan controlar sus propios tiempos. Sin embargo, para Marco, su reloj solo le indicaba como el suyo se escapaba. Hacía tan solo unos minutos, no muchos, los segundos se alejaban demasiado rápidos, ligeros tal vez, y él era incapaz de atraparlos y hacerlos alcanzar. Ahora en cambio eran lentos. Ahora que ya era tarde y que ya comenzaba a sudar de caminar tan rápido. Chequeaba otra vez el reloj, contando cada segundo que deslizándose le gritaba que ya no había tiempo. Nada nuevo para él, que siempre estaba atrasado. Una especie de maldición que arrastraba desde hacia ya muchos años. Demasiado tiempo fugado. Y otra vez el reloj.

Alzó la mano y esperó. La micro se detuvo, presta a atravesar el tiempo que ya no tenía, a acercarle a su destino, que ya no era tal, pero que en otro tiempo lo había sido, minutos atrás. Y Marco debía ir hacia él, aun cuando ya solo quedase el silencio que siempre sobreviene a la tardanza, a la demora, al tiempo ido. El silencio que hace eco de su voz gritándole a su vida que no corra unos minutos delante de él. Atrasado como estaba, -diablos ya iban más de cuarenta minutos, cincuenta segundos y el tiempo seguía corriendo- no notó el momento exacto en el que comenzó a blasfemar. Pero eso apenas importaba, porque cuando se detuvo la micro, bajó de un salto y, superado ya el sopor del primer tramo caminado, se aprestó a continuar el resto.
Se dirigió a la plaza junto al casino. Conciente de que solo hallaría el vacío que deja el destino cuando se cansó de esperarnos. No pudo evitar sonreír al ver pegado en la pared un afiche con la frase “Viña es tu tiempo”. Quizás “viña, es tu tiempo”, otra cosa que no importaba.

Al llegar a la banca, en la que tenía que haber estado hacia ya muchos minutos- más de cincuenta- pudo sentir aun en el aire la presencia (ausencia) de la que había estado esperándole menos de cincuenta y algo minutos. Quizás cuarenta y ocho. Y Marco no pudo evitar- aunque lo hubiese querido- imaginarla caminando sola, a no mas de tres cuadras de ahí, con las manos metidas en el abrigo beige, con su pelo rojizo y sus labios balbuceando silenciosas maldiciones para el que le había hecho perder su tiempo. Su preciado tiempo.

Aun así, se sentó en la banca, no porque tuviese la esperanza de que ella volverí0a, ni porque creyera en la posibilidad- que aunque mínima, existía- de que ella estuviese mas retrasada que el, caminando rápido en alguna calle mas o menos cercana. Una vez más miró su reloj. El maldito reloj. Ese Casio que le recordaba las mil y un veces que había dejado pasar el tiempo, incluso con sus cuatro minutos adelantado para obligarse a salir antes de casa. Y se dispuso a esperar, una hora quizás, una y treinta mejor. Porque tenía que redimirse, pagar por el tiempo de ella. Luego - ya habría tiempo - le llamaría para pedir disculpas.

Miró nuevamente su reloj y se quedó en compañía del silencio sabiendo que, ahora, el segundero correría lento. Eternamente lento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero un reloj como el suyo, para que mi tiempo se detenga también.

Sorprendente es entrar acá y encontrar una nueva entrada. "Dolor y tiempo" me acompañó muchas noches perdidas. Ahora quitaste el dolor y sólo quedó el tiempo... ironías de la vida... a mi vida le va ocurriendo lo contrario.

Saludos desde el otro lado y
un abrazo tierno bajo el sol de junio.

Malina.

Anónimo dijo...

Ahh y por supuesto, sigue escribiendo porque me encanta leerte.

Anónimo dijo...

Da müssen ja doch tote kinder sein, die mit mir spielen kommen. Sin doch immer welche gestorben. Lagen erst im zimmer, so wie ich lag, und wurden nicht gesund.

Otra vez yo (El insomnio inventado, ya sabes) Soñé contigo :S... pero lo raro es que morías, tal como el sueño que alguna vez me relataste.... proyecto muerte en otros? ni idea... espero que haya sido nada más un sueño, uno sin interpretación (Comencé a odiar los psicoanálisis)

Bien, eso si es todo.

Bis bald!
Malina.

Anónimo dijo...

Algon día escribire el otro punto de vista.
no es que ella perdira su tiempo, es el hecho de esperar a alguien que no llega, esperar sin recompensa.

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