Y sus ojos de pronto se volvieron infinitamente luminosos y abrieron para él una puerta en medio del vacio. Por una tarde, unas horas, un instante, el dejo de ser quien dijo ser, y se guió por el deseo mas sincero que jamás había atravesado su alma.
Mientras se fuma el último cigarrillo, observa la luna que muere con sonrisa burlona, como recordándole que se le agota el tiempo. Pero él le sonríe de vuelta, porque le importa una mierda. Porque hoy, por primera vez en su vida, ha hecho lo que debía hacer, aun cuando arriesgara demasiado para su moral desgastada.
Hace frío y puede que llueva más tarde, yo siempre te recuerdo con más
intensidad cuando llueve. Tengo incluso la absurda preocupación de pensar
que puedes...
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